Final beisbolera, fiesta popular
El beisbol o mejor la pelota, está imbricada en las raíces de la cubanía, por eso reñidos finales de campeonato se convierten en fiesta popular con cargas de imaginación, como sucede entre Villa Clara e Industriales.
El apelativo de Ciudad Naranja que le dieron a esta tricentenaria localidad del centro de Cuba, nunca ha resultado tan cierto como hoy, cualquier conversación, por trivial o importante, termina con un comentario sobre el último juego, un lance o la controversial decisión arbitral.
Todos saben que nada está definido todavía, el equipo Industriales sabe jugar, pero los villaclareños festejan un triunfo, el disfrute de ver un buen béisbol y la oportunidad de confraternizar con el vecino.
Congas improvisadas, carteles con los más disímiles mensajes, fraternales discusiones con algunos seguidores del equipo azúl matizan el quehacer de esta jornada, no solo en la urbe sino en toda la provincia.
Mañana será el juego, que pudiera ser crucial y el estadio Augusto César Sandino resultará muy pequeño para quienes alistan ya su indumentaria anaranjada mientras el centro histórico de la ciudad se vuelve un hervidero con la llegada de parciales del equipo capitalino.
El climax induce a la fiesta que sube de temperatura en la medida que corren las horas, este pueblo trabajador se merece el disfrute que aprovecha cada minuto.
Resulta hermoso vivir estos momentos en que junto a los componentes de la sangre, corre béisbol por las venas y son de esas cosas que elevan el orgullo de ser cubano y no se pueden sustituir por todo el oro del mundo.
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