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Pilongos

 Jardines colgantes de Cuba



   Las ciudades cubanas se colman de curiosos y prácticos jardines colgantes, sin la magnitud, por supuesto, de aquellos de Babilonia, considerados como una de las maravillas del mundo antiguo, pero con la singularidad del trópico, plenos de luz y colores.
   Herencia de la arquitectura colonial en la Isla caribeña, existe el gusto y la necesidad por  los espacios abiertos como los patios centrales y los balcones, estos últimos figuran en cada construcción actual, que cuenta con un segundo nivel. 
   Tal vez por la existencia de un verano eterno y casi siempre inclemente,  surge la necesidad de buscar la entrada de aire  por todas partes y nada mejor que un mirador personal, en el cual la brisa abanique las plantas preferidas
   Donde proliferan las viviendas, realizadas encima del primer nivel, bajos o en edificios altos, se pueden admirar originalidad y persistencia de sus habitantes, quienes quisieron atrapar un pedazo de naturaleza en esa pequeña plataforma que se proyecta desde la pared.
   Malangas ornamentales de variados tipos y colores en sus hojas coexisten  junto a curiosos cactus que dan un toque verde a esa proyección de las casas hacia el espacio exterior.
   Pluralidad de plantas en una reducida área, plena de macetas o envases de las más variadas procedencias personalizan a los dueños de tan hermosos y a menudo muy concurridos entornos donde la clorofila prevalece sobre rejas, muros y columnas.
   La plantas medicinales ocupan sitios prominentes junto a otras exóticas o silvestres, cuidadas con el esmero propio de especialistas, convertidas en orgullo de aquellos que lograron  el crecimiento de una especie fuera de su hábitat.
   Hermosas rosas, jazmines, violetas y toda una amplia diversidad de flores perfuman y embellecen  los balcones, cual vergeles   para dicha de sus dueños y de quienes concurren esas vías.
   No falta la enredadera, cuyos gajos cuelgan largos y vistosos en un intento por tocar el suelo o la solitaria orquídea, en un reto permanente con el sol.
   Estas plantas ocupan un sitio, junto a los animales domésticos, en el corazón de los dueños, quienes en pocos metros de espacio crearon un lugar para el sosiego con el fin de refrescar las calientes tardes y noches de la casi perpetua canícula cubana. 
   Crece la población y con ella la necesidad de construir de forma vertical, pero el hombre tiene en cuenta sus orígenes en campos y florestas y quiere llevarse  a su hogar un poco de ese medio, como forma de atenuar también el peligro que sufre el ambiente.

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