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Pilongos

Rastreador de épocas pasadas
 
   Cuando Raúl Villavicencio era apenas un adolescente y cursaba onceno grado, le propusieron que impartiera clases de Historia y comenzó así la formación de un rastreador de huellas de épocas pasadas.
   Ahora con 58 años y un doctorado en Ciencias Históricas, comprende mejor su fascinación por los misterios de la antigüedad, pues desde hace más de 20 años se dedica a la arqueología en la región noroeste de Villa Clara, disciplina que llena plenamente su existencia.
   Villavicencio está convencido de su ascendencia aborigen procedente de las praderas del sur de Estados Unidos y habla de una tatarabuela de piel oscura, pelo lacio y facciones similares a las de los indios siux, que debió llegar a Cuba a través del estrecho de la Florida.
   Confiesa que  muchos de sus familiares aún  conservan algunos de esos rasgos que él no posee, a no ser la estatura de un metro y  90 centímetros. Sin embargo, en los genes hay un poco de la intuición de esos pueblos, evidente cuando sale al campo en busca de piezas pertenecientes a los primeros pobladores de Cuba.
   Buen conversador y   de carácter afable, con un   profundo conocimiento de la temática que lo apasiona, recorre en unos minutos su existencia; primero como profesor  de secundaria básica, luego director del museo de historia de Sagua la Grande, donde habita, y por último arqueólogo por vocación.
   Primero  funda el grupo Delta, trabajo que le permitió pasar de la aventura a la investigación, cuando en el año 2000 los resultados del colectivo fueron de interés para el  Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente. "En ese quehacer nos acompañaban niños que hoy son excelentes profesionales”, manifiesta.
   La arqueología constituye su gran pasión, junto a sus dos hijas y la esposa, Marianela Rojas, a quien admira mucho pues no resulta fácil compartir 36 años  con alguien que se pasa la vida en expediciones, fuera del hogar.
   “Villa”, como se le conoce en su natal Sagua la Grande, utiliza  la bicicleta para llegar a tiempo a cualquier parte, porque  si se traslada a pie lo detienen a cada paso, pues mantiene una relación muy linda con los coterráneos, según sus propias palabras.
   Está convencido de que el origen de tal popularidad procede de un programa de radio que hizo durante más de 15 años sobre  indisciplinas sociales y otro, que desarrolla ahora en la TV del municipio, en el cual refleja la historia de la localidad.
   La magia de los medios se entrelaza con el magnetismo personal de ese científico que reconoce la solidaridad como la primera virtud entre las personas, practica la modestia sin proponérselo y  siente orgullo de su origen campesino, en una época en que la miseria se enseñoreaba con los habitantes de la campiña cubana.
   Participó en la localización de importantes concentraciones de piezas arqueológicas en el noroeste de Villa Clara, una de las mayores del país, evidencias de cazadores como hachas y restos de grandes animales. Aún sigue hechizado tras las huellas de ocultos testimonios.
   La excitación por la búsqueda y la emoción, del hallazgo que contribuya a explicar sobre la existencia de humanos de otras épocas, resulta el mejor regalo para este hombre que ama los misterios de la Historia.

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