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Elegancia y sobriedad en arquitectura de Sagua la Grande


  Abundantes inmuebles de Sagua la Grande, ciudad del centro norte de Cuba, aún conservan las características de los estilos neoclásico, ecléctico y tradicional con que se ejecutaron entre 1850 y 1930, momento de esplendor económico.
   Arribar a esta localidad es como transportarse a la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX, en medio del crecimiento de la industria azucarera en la zona.
   La declaración de Monumento Nacional del centro histórico de la urbe, a fines de 2011, acredita la riqueza edificada que muestra la imagen coherente entre obras de carácter popular y otras con marcada influencia académica.
   El Palacio Arenas, una de las siete maravillas de la arquitectura en Villa Clara, fue construido en 1918, inmueble de estilo ecléctico con elementos del movimiento art nouveau, visibles en carpintería, mamparas, zócalos, arcos y en balcones, junto a detalles de balaustradas.
   Esta vivienda, sometida ahora a restauración, resulta casi exclusividad en la provincia, por sus líneas, decoraciones en pisos, muros, pinturas murales, trabajos en yeso en los falsos techos, calidad de los materiales y escaleras de mármol.
   Llama la atención la monumentalidad de edificios, como la iglesia parroquial y la terminal ferroviaria, que mantienen toda su vitalidad.
   Singularizan la imagen cotidiana de Sagua la Grande el uso de guardapolvos en las fachadas y de la madera en la ejecución de inmuebles que aún abundan en la localidad, tipología constructiva que no alcanzó igual difusión en ninguna otra región del país.
   Desde el punto de vista urbanístico, existe coherencia y armonía en la mezcla de estilos, los cuales rememoran las diferentes etapas de la ejecución de obras, las cuales forman parte del patrimonio y tradición de Sagua la Grande, junto al uso de bicicletas y de coches tirados por caballos.

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