Un Triunfo centenario
El puente El Triunfo, sobre el caudaloso río Sagua la Grande, desde hace más de un siglo resulta testigo del quehacer de varias generaciones de hijos de la ciudad del centro-norte de Cuba, que tomó su nombre de la vía fluvial.
Para los pobladores de la localidad, el movimiento de
embarcaciones, bajo las ferrosas estructuras del viaducto, y de los más variados transportes sobre ellas, singularizan la actividad de la urbe al igual que el abundante trasiego de bicicletas y de tradicionales carruajes, tirados por caballos.
La vida urbana, desde sus inicios, ha estado muy vinculada a la existencia del Undoso, seudónimo que recibe el río por su serpenteante ruta a través de 153 kilómetros, de siete municipios de la provincia de Villa Clara.
Historiadores señalan a la explotación maderable y su traslado por la corriente del nacimiento urbano, en el siglo XVIII, presencia que marcó vida y desarrollo económico de la región con una población que crecía a ambos lados del espejo de agua
En el año 1895, la guerra por la independencia de Cuba se extendía por todo el país y Sagua la Grande resultaba un emporio importante para las huestes españolas que necesitaban trasladar sus tropas de un lado a otro del mencionado caudal y construyeron un camino de madera
que unió sus riveras.
Sin embargo el viaducto sirvió para la entrada victoriosa del general José Luís Robau, al frente de una brigada del Ejército Libertador, de ahí que se le denominara El Triunfo a ese puente.
En los albores del siglo XX, un avance progresivo local llevó a la sustitución del soporte de madera por uno de hierro, elaborado en Estados Unidos e inaugurado en 1905.
Varias reparaciones mantienen la vitalidad de "El Triunfo", una de ellas en 1948, que llevó a la sustitución de la mayor parte de los elementos.
Hubo otros mantenimientos en 1967 y por último, en 1990, cuando se dictaron medidas para su uso, que incluye la limpieza con agua a presión, la revisión de las estructuras cada año y pintura, cada 24 meses.
La imagen de la obra de hierro, reflejada en las aguas del Undoso, constituye un símbolo de la ciudad, determinada por el auge industrial, el aporte de personalidades como el pintor Wifredo Lam y el urólogo Joaquín Albarrán, junto a la laboriosidad de sus hijos. (Por Luz María Martínez Zelada, AIN)
lmm/lmm/meb/meb 11 10:39
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