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Manglares,  custodios de las costas cubanas
 

   El manglar, asociado a enjambres de molestos mosquitos y jejenes, constituye una de las principales barreras de defensa de las costas cubanas, que se extienden más allá de los cinco mil 700 kilómetros y de las mil 600 islas y cayos.
   Expertos del Centro de Estudios y Servicios Ambientales de Villa Clara (CESAM) trabajan en proyectos sobre el mayor conocimiento y empleo de una formación vegetal, muy valiosa  ante penetraciones marinas por huracanes y otros problemas ambientales, de los cuales el país no está exento.
   Para  Carlos Luís Reyes, especialista de la institución científica, esas plantas son una interfase entre el espacio marino y el terrestre; y cumplen variadas funciones ecológicas pues donde habitan, las entradas del mar son más reducidas  y menos perjudiciales.
   La vegetación formada por los mangles rojo y prieto, el primero, con su raíces en las aguas, el segundo en tierra  y más al  interior; la variedad conocida como patabán, sirve de barrera contra la salinización de los suelos ante la pulverización de partículas de las olas en choque contra la costa.
   Reyes reclama el cuidado de los arbustos contra inconscientes desbroces, pues contribuye, además, al desarrollo  de peces, langostas, camarones y otras especies de mucho valor comercial  que encuentran alimento y refugio durante su etapa juvenil, en el entramado de raíces.
   Ese ecosistema existe muy relacionado con los pastos marinos y los arrecifes coralinos, entre los que prevalece una imprescindible interrelación, agrega.
   Para conocer la situación de lo manglares en Villa Clara se inicia un proyecto, que tiene sus primeras acciones en cayo Santa María, importante zona de desarrollo turístico de la central  provincia cubana, unida a tierra firme por un pedraplén que parte del litoral de Caibarién.
   La ejecución del estudio tiene entre sus propósitos la caracterización de esos arbustos, en el empeño por conocerlos y protegerlos.
    Ángel Quirós, jefe del grupo de ecología marina del referido centro, explicó lo costoso de la recuperación de los daños producidos a la coraza y puentes de la vía sobre el mar, por huracanes de gran intensidad, lo cual motivó la búsqueda de una tecnología para la siembra de estas plantas protectoras.
   De forma espontánea, el vegetal nació en varios tramos de la avenida de 48 kilómetros, hacia el polo de la industria sin humo, y se alista una  técnica, que permita plantarla donde aún no crece, para que las raíces se afiancen a la piedra y la vegetación resulte una defensa ante fuertes vientos y oleaje.
   Iván Martín, especialista del CESAM, adelantó que en el actual mes se realizarán las primeras pruebas en el camino pétreo, pues cada noviembre es el momento seleccionado naturalmente para la repoblación.
   Un positivo efecto de este quehacer pudiera conducir a la siembra en gran escala en todo el pedraplén, el año venidero.
   Según el texto, Manglares del Archipiélago Cubano, realizado por un colectivo de autores, esa formación vegetal ocupa el cinco por ciento del territorio nacional,  la cuarta parte de la cobertura boscosa, y brinda un servicio ambiental de repercusión ecológica, estratégica y económica. 

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