Pasaje al pasado remoto
Para quienes viven en el siglo XXI, el encuentro con un sitio aborigen resulta un viaje al pasado remoto de Cuba, como sucede a quienes se aventuran a traspasar el umbral de la sala especializada de Arqueología de Sagua la Grande.
El visitante observa como en un área de unos 70 metros cuadrados, se reprodujeron condiciones similares a las de aquellos primeros pobladores de la zona del centro Norte de la Isla, donde destaca el silex , convertido en puntas de flechas, perforadores, cuchillos, raspadores y buriles.
La ambientación permite un traslado imaginario hacia aquellos aborígenes, que utilizaron la piedra y dejaron grandes núcleos, dispuestos para extraer más tarde, los utensilios necesarios en la subsistencia.
Sobresalen dos esculturas de hombres primitivos, a tamaño natural, uno de ellos, sentado con las piernas flexionadas una sobre otra, ocupado en la talla de una herramienta de silex, muy cerca de los restos de un fogón o lugar donde preparaban los alimentos.
La segunda figura humana, de pie bajo un arbusto, lleva una lanza en su mano derecha mientras sostiene una jutía y un pato, en la izquierda, resultado de la caza.
Abunda la industria de la concha, que incluye gubias, martillos, cucharas así como también cubiertas enteras de varios de los moluscos más utilizados como el cobo, quinconte y trifón, según sus nombres populares.
La decoración muestra una cavidad cársica, elemento del paisaje local, muy asociado a los asentamientos más estudiados en la zona, que sirvió de refugio al originario y de hábitat a numerosas especies de la fauna, utilizadas en su sustento.
Representantes de la flora autóctona y una osamenta hallada en uno de los enterramientos, complementan el lugar que tiene, principalmente una función didáctica.
Los escolares escuchan explicaciones de los expertos y aprenden a producir instrumentos de silex como sus más lejanos antecesores, a la vez se estimula la creación de círculos de interés y visitas programadas.
Abierta desde el 15 de enero de 2003, la sala especializada resulta del quehacer de investigadores del Centro de Estudios y Servicios Ambientales, de Villa Clara y sobresale por la abundancia y conservación de sus colecciones.
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