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Reencuentro con el Che

    El Che fue asesinado en octubre de 1967,  aún asi, los enemigos temían y escondieron su cuerpo bajo la pista de aterrizaje del aeropuerto de Valle Grande, en Bolivia,  pero no pudieron ocultar el ejemplo inspirador del  reencuentro.
  Revivir, 15 años después, el momento en que finalmente se levantan los restos que permanecieron ocultos por casi 30 años, en la fosa común, resulta difícil de explicar para María del Carmen Ariet, historiadora y socióloga cubana, una de los protagonistas de la búsqueda.
   Recuerda con emoción el silencio y  la mirada cómplice para retener el instante en la memoria y la retina, acompañados de la inevitable lágrima, pues se producía el hallazgo del héroe, el 28 de junio de 1997.
   El lugar  permaneció oculto hasta el 21 de noviembre de 1995, cuando el general boliviano Mario Vargas Salinas reveló a medios de prensa el sitio donde estaba sepultado el guerrillero. Tras la noticia, científicos cubanos y argentinos iniciaron la pesquisa en 1996 y 1997.
  Según Ariet, el descubrimiento  fue de gran connotación para los miembros del equipo en el propio medio agreste, ante la brutalidad y ensañamiento de los sucesos allí acaecidos y el honor de participar en un hecho que devendría histórico.
  La Coordinadora Científica del Centro de Estudios Che Guevara, evoca cómo el compromiso y la responsabilidad adquirían relieves insospechados, en la medida que avanzaban las investigaciones y  se ampliaban las expectativas de éxito en la búsqueda.
   Se acrecentaba el sentimiento de admiración, conjugado con la suerte de deuda ante hombres que lo dieron todo por ideales tan nobles, por lo cual experimentaban  mezcla de entusiasmo por el deber cumplido y orgullo imperecedero.
   Durante las tres décadas, que los restos permanecieron ocultos, se acumularon los testimonios de guerrilleros, militares y campesinos bolivianos, quienes desde diferentes ángulos vivieron aquellos acontecimientos, porque siempre se alimentó la esperanza de hallarlos.
   En las jornadas de labor en la nación sudamericana, participó el equipo multidisciplinario cubano integrado por geofísicos, forenses, arqueólogos, antropólogos y la historiadora Ariet, mientras  otros 50 científicos de15 instituciones, apoyaban los trabajos desde Cuba.
   Al rencuentro siguió el retorno del Che y varios de sus compañeros a Cuba, cuando millones de personas rindieron homenaje a los caídos y los acompañaron hasta su inhumación, el 17 de octubre de 1997, en el Complejo Escultórico Ernesto Guevara, de Santa Clara.
   El hallazgo resultó de un impresionante quehacer científico motivado por la admiración hacia el hombre que dejó tras de sí el ejemplo de una vida desinteresada y la esperanza del futuro mejor para las mayorías oprimidas del planeta.

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